Un aplicado oficinista frente a un despreocupado funcionario. Esa es la imagen que ilustra el partido disputado el domingo entre la Cultural Leonesa y la Real Sociedad B. Los jóvenes canteranos donostiarras plantearon un encuentro carente de ambición, en busca de un empate con el que cumplir el expediente y regresar a casa con la conciencia tranquila. Sin embargo, la corrección defensiva no fue suficiente ante la aplicación tozuda en su labor del conjunto local. La Cultural, como ya ha sucedido en otras ocasiones, no destacó por la belleza de su actuación sobre el césped, sino por su tremenda efectividad.
El equipo de Álvaro Cervera es un artesano concienzudo, un amanuense infatigable. La escuadra leonesa basa su éxito en conseguir un beneficio óptimo asumiendo el mínimo riesgo. Con el beneplácito de una afición más paciente y entregada que de costumbre, la cultu controló el partido sin alardes, sin urgencias, a la espera de que alguna de sus numerosas armas acabara por derrumbar la apática resistencia visitante. Con los medios centros menos inspirados que en otras tardes, el peligro blanco llegó por las bandas, desde donde Rico y Chema encararon con insistencia. En la primera mitad, un pase del primero dejó al navarro mano a mano con Iturroiz, pero la definición careció de la precisión necesaria para abrir el marcador. Tampoco el árbitro concedió un penalti en área realista que desde la grada pareció más que claro.
Nada que temer. A pesar de llegar al descanso con empate en el luminoso, la Cultural, despacito y buena letra, se iba acercando a su objetivo. A las virtudes futbolísticas de la escuadra leonesa hay que añadir esa dosis de confianza extra que proporciona estar en una dinámica ganadora; jugar con el convencimiento de que el esfuerzo realizado acabará teniendo recompensa en el minuto 90. Así fue, una vez más a balón parado, como Santi Santos remató a la red un balón peinado al segundo palo y la Real Sociedad, demasiado anclada en su plan inicial, nunca fue capaz de aumentar la intensidad lo suficiente para inquietar a Bermúdez. De hecho, el segundo gol, aunque conseguido desde el punto de penalti, hizo justicia al incesante empuje de los leoneses, que no bajaron las revoluciones hasta el pitido final.
Mientras el plan de trabajo bien ejecutado tiene su justo reflejo en la tabla clasificatoria, algunas noticias inesperadas procedentes de los despachos se encargan de poner algunos nubarrones en el esperanzador horizonte de los culturalistas.
martes, 28 de octubre de 2008
Suma y sigue
martes, 21 de octubre de 2008
El míster
De todos los engranajes que componen el complejo motor futbolístico, la figura del entrenador siempre me ha producido una especial fascinación. Se suele decir que son los jugadores quienes tienen la mayor responsabilidad de la marcha de un equipo. Son ellos los verdaderos protagonistas de este tinglado, quienes ganan o pierden los partidos. Ciertamente. Sin embargo, la historia del fútbol tiene un espacio muy especial reservado a entrenadores de fortuna cuya figura sigue siendo recordada con devoción: Helenio Herrera, Miguel Muñoz, Johan Cruyff... Y, en la actualidad, qué decir de personajes como el inamovible Alex Ferguson, el mediático José Mourinho o el carismático Rafa Benítez (quien se enfrentó a la Cultural en una eliminatoria copera en su estancia en Valladolid).
Este mediodía Álvaro Cervera estuvo unos minutos en la sintonía de Radio Marca, mientras yo sorteaba los imprevistos del tráfico de camino a casa. Una breve charla que el entrenador culturalista aprovechó para insistir en las líneas directrices en las que se fundamenta su proyecto: solidez defensiva, espíritu de equipo, compromiso y cautela. El míster, serio aunque distendido, amable pero distante, con esa voz ronca característica, transmite seguridad con su discurso. Y, lo que es igual de importante, parece tener las ideas claras con respecto a lo que tiene entre manos. Afirmó sin vacilación que la Cultural, mientras mantenga el nivel actual de trabajo, estará en los puestos de cabeza hasta el final.
El fichaje de Cervera, al margen de las circunstancias que lo hicieron realidad, tiene toda la pinta de convertirse en uno de los mayores aciertos de los actuales gestores del club. No deja de ser oportunista decirlo ahora, cuando los vientos deportivos soplan a favor, pero creo que el curriculum del ocupante del banquillo culturalista habla por sí solo. Haber sido durante muchas temporadas jugador de primera división no garantiza el éxito como entrenador, pero sí aporta unos conocimientos que no se pueden adquirir de otra manera. Por otro lado, Cervera ya sabe lo que conlleva dirigir a equipos con aspiraciones en 2ªB. Con uno de ellos, el Castellón, consiguió el ascenso a la categoría de plata.
La entrevista se cierra, en tono más distendido, cuando el periodista reta a Álvaro Cervera a un partido de pádel, aunque el míster no se lo toma con demasiado entusiasmo. Sabe que necesita tener los cinco sentidos puestos en su trabajo, porque el fútbol es caprichoso y el gafe en la Cultural no será fácil de romper.
miércoles, 15 de octubre de 2008
El fenómeno Nadal
El fenómeno Nadal vuelve a España con motivo de la disputa del ATP Masters Series de Madrid, en el que ha sido ceremoniosamente coronado como nuevo número 1 del tenis mundial. En la noche de ayer, el bravo jugador mallorquín hacía su debut en el torneo frente a un desconocido para el gran público: Ernest Gulbis, letón clasificado en el puesto 54 del ránking. Seguramente, los muchos seguidores de circunstancias a este deporte pensarían que el partido iba a ser un paseo para Rafa Nadal. Muy al contrario, el público en las gradas asistió estupefacto al desarrollo de un encuentro igualado e incierto en muchos momentos, que sólo gracias a su saber estar en los puntos importantes pudo finalmente el balear decantar de su lado, tras 2 horas y 21 minutos de batalla.
Al igual que en el tenis, ya hace mucho tiempo que en el mundo del fútbol se dice eso de que no hay enemigo pequeño. El color de la camiseta, las grandes estrellas o los presupuestos millonarios no son seguro de nada. Es por eso que siempre me sorprendió la poca paciencia que el público del Amilivia tradicionalmente tenía para con sus jugadores, incluso cuando era comprensible que se agotara con facilidad. Ahora, en el Reino de León, aunque no gracias a la nueva denominación, es de suponer, las cosas parecen haber cambiado.
La Cultural sufrió mucho en los primeros veinte minutos frente al Lemona, un rival muy incómodo y solvente en la parcela defensiva. El equipo fue incapaz de combinar, incapaz de conectar con sus puntales ofensivos y crear inquietud en el marco rival. En otros tiempos, la tormenta no hubiera tardado en levantarse en la grada y los rayos, en forma de silbidos y abucheos, en caer súbitamente sobre los jugadores locales. Sin embargo, los aficionados mantuvieron la serenidad, conscientes de la dificultad del momento, hasta que se despejó el horizonte con el primer gol.
Este cambio de actitud no es simple casualidad. El plantel de Álvaro Cervera está mostrando señales que invitan al optimismo y hacen más factible la paciencia en el aficionado que, por otra parte, está deseando ofrecer su apoyo a un equipo que se haga merecedor del mismo. La buena sintonía entre jugadores y aficionados es una gran noticia y un requisito indispensable si es que la Cultural desea aspirar a estar en lo más alto. A buen seguro, un ganador como Rafa Nadal no sacaría el pañuelo tan fácilmente.
domingo, 12 de octubre de 2008
Asalto al poder
La Cultural Leonesa está en la cresta de la ola. Dos importantes victorias: la del pasado domingo en Zamora y la conseguida hoy frente a la Sociedad Deportiva Lemona en el Reino de León, colocan al conjunto leonés en lo más alto de la tabla clasificatoria. La igualdad que gobierna el grupo I, en el que nos encontramos con 5 equipos separados por un solo punto, nos aconseja ser prudentes. Sin embargo, el ambiente que se respira entre los aficionados es radicalmente optimista. Ahora la pregunta es: ¿hasta dónde puede llegar la Cultural?
A tenor de lo visto esta tarde sobre el césped, me atrevo a afirmar que este equipo no es flor de un día y que está llamado a disputar una de las plazas de play-off. En ese caso, ¿cuál es el ingrediente que ha propiciado tan notable cambio en el conjunto blanco? En mi opinión, el buen manejo de los partidos, algo parecido a lo que se conoce como oficio y que, sospecho, es una cualidad que el experto míster está sabiendo inculcar a sus jugadores.
Exactamente así ha sucedido esta tarde. La Cultural se adaptó a un arranque trabado y plagado de imprecisiones sin asumir riesgos que comprometieran su portería. Tanteando al adversario, como se suele decir. Una vez engrasado el engranaje, llegaron las ocasiones y el gol, pero la cultu no perdió el norte y continuó dominando el encuentro. En la segunda parte, cuando el Lemona adelantó sus líneas, los locales buscaron (acertadamente) la contra (con acierto), hasta matar el partido y llevar el entusiasmo a las gradas. Los visitantes, que llegaban como líderes, no estuvieron a la altura de su clasificación, especialmente en labores ofensivas, donde se comportaron con un pacifismo tal que Bermúdez ejerció de espectador durante muchos minutos.
Puestos a personalizar, me gustaría destacar la actuación de dos jugadores al respecto de los cuales la afición vierte juicios bastante unánimes. En primer lugar, uno de los recién llegados: Javi Castellano, excelente en su oscura labor de pivote defensivo e igualmente cualificado para ayudar en la elaboración del juego. En segundo lugar, uno de los que ya estaban: Chema, indiscutible por sus muchas virtudes y decisivo en el día de hoy, puesto que los dos primeros goles nacieron de sus botas. Espectacular el primero, además, en cuya jugada superó a su par en banda derecha, llegó hasta la línea de fondo y cedió atrás para que Mateo sólo tuviera que empujar el balón.
Momento dulce de la Cutural, indudablemente. Por la victoria, la primera posición y por contar con un socio más, mi amigo el Tío Lin, trotamundos y futbolero, tantas veces reducido a seguir las evoluciones culturalistas por el teletexto y, desde el viernes, un miembro más de la familia. La próxima semana, frente al Sestao, habrá que ver si la cultu responde igual de bien siendo líder que como lo ha hecho jugando contra ellos.
miércoles, 1 de octubre de 2008
Hajrá Diósgyőr!
El pasado domingo, la Cultural Leonesa no pasó del empate frente a uno de los rivales más cualificados de la competición, el Racing de Ferrol y, a juzgar por las crónicas, el partido no permanecerá mucho tiempo en la memoria de los asistentes. No es mi caso. Por uno de esos audaces caprichos del destino, el pasado fin de semana tuve el privilegio de saborear el glamour y la exclusividad de la primera división. Y fue en una ciudad del norte de Hungría: Miskolc, donde, al menos durante hora y media, me convertí en un hincha más de su equipo: el Diósgyőr.
Este país, que un día ya lejano en la historia amenazó sin miramientos a lo más elevado de la jerarquía futbolística, hoy tiene un papel penosamente discreto en las competiciones internacionales. La selección no participa en la fase final de un mundial desde 1986 y la liga doméstica no puede presumir de grandes estrellas, lo cual no impide que los aficionados acudan al campo y jaleen sus colores con la misma intensidad que en cualquier otro sitio. A pesar de estar luchando por evitar el descenso, no se puede decir que al DVTK le falte apoyo desde la grada.
Mi primer contacto con el Borsodi Stadion tuvo lugar unas horas antes del partido, cuando pasamos por el bar anexo al complejo deportivo para comprar la entrada. Por 1800 florines, alrededor de 7 euros, me hice con una localidad en la grada lateral cubierta, una estructura que recuerda a los graderíos de los campos ingleses y que cobija en su interior los vestuarios, la sala de prensa y demás dependencias del club. El resto del perímetro resulta mucho más llamativo, pues está compuesto por una docena de plataformas separadas entre sí, un diseño que nos hace pensar más en un campo de placas solares que en un campo de fútbol. Además, en esta zona las localidades son „de pie”, por lo que resultan propicias para que, en una de las esquinas, se sitúe el grupo de hinchas más ruidosos y radicales.
Cuando llega la hora del partido, ya desprovisto de intérprete, doy un paseo por los alrededores, ojeo los puestos de ropa y souvenirs, entro en el estadio mientras los equipos calientan. Los espectadores van haciendo acto de presencia, uniformados con gorras y bufandas, equipados algunos con sacos de pipas, las gargantas aclaradas. Cuando llegan las 7 y el cielo ya ha oscurecido por completo, saltan los equipos y suena el himno. A partir de ese momento, no importa el lugar, ni el idioma, ni el color de las camisetas. Es simplemente fútbol y no necesita doblaje ni subtítulos.