lunes, 12 de noviembre de 2007

El tío Milo: ¿táctico o alineador?

La visita de la Cultural Leonesa a Cuenca era una de esas marcadas en el calendario desde principio de temporada por lo inusual del rival y lo atractivo de la ciudad. Desgraciadamente, las circunstancias no hicieron posible el viaje, así que habrá que esperar que el Conquense logre mantener la categoría y podamos coincidir nuevamente el próximo ejercicio si, como parece, el conjunto leonés no es capaz de alcanzar cotas mayores.

Para un equipo de 2ª B, jugar fuera de casa debe tener ciertas ventajas, especialmente si el juego desplegado deja mucho que desear. La mayoría de los aficionados no tendrán información del partido más allá del resultado. Cabe la posibilidad de seguir el encuentro por la radio o leer la crónica del mismo al día siguiente en alguno de los periódicos locales. En mi caso, he buscado en internet, medio en el que tampoco abundan las fuentes que informen sobre la Cultural Leonesa. Afortunadamente, contamos con CultuFan, que hace un más que razonable seguimiento de la actualidad del equipo leonés y en el que pude leer una buena crónica del partido que nos enfrentó al Conquense.

El empate entre ambos conjuntos entraba dentro de lo previsto: los locales están por debajo del nivel del equipo leonés, pero éstos siguen mostrándose como un visitante al que sus anfitriones ven con buenos ojos. Lo que más me llamó la anteción, sin embargo, fue nuevamente la alineación puesta en liza por Milo Abelleira, en la que figuraban Nasser (lo que llevó al banquillo a Manolo Pérez) y Asier Eizaguirre (que hizo lo propio con Addison), dos jugadores poco acostumbrados a participar en los partidos desde el inicio. A pesar de estas dos relativas sorpresas, el once parecía hecho desde el sentido común, impresión que no había tenido en otros paratidos, aunque la afirmación no deje de ser un arriegado atrevimiento viniendo de un simple aficionado.

Recuerdo cuando, a principios de los años 90, nuestro fútbol convivía con una llamativa dicotomía de estilos en sus banquillos: el Barça dominaba y admiraba dirigido por Johan Cruyff, el profeta del fútbol total, mientras que la selección española se convertía en un bloque casi imbatible de la mano de Javier Clemente quien, utilizando a un gran número de jugadores azulgranas, hacía de la roja una obra maestra del juego defensivo. En una ocasión, el técnico vasco no tuvo reparos en definir el estilo del holandés como entrenador, al que catalogó de “alineador”. Efectivamente, tal y como Clemente apuntaba, Cruyff utilizaba un sistema fijo que no sufría modificaciones con respecto al rival (a no ser que se tratara del Real Madrid) o al campo en el que se disputara el encuentro (salvedad del Santiago Bernabeu); Cruyff se centraba fundamentalmente en poner a los once jugadores más en forma cada domingo y dejar que jugaran de acuerdo a las indicaciones de él y la inspiración de ellos. Por su parte, Clemente, era más un estudioso, un “táctico”, al que le gustaba adaptar sus equipos al contrario, con el objetivo de frenar sus virtudes atacantes y explotar sus debilidades defensivas. Dos “filosofías”, siguiendo la terminología de la época, aparentemente opuestas, pero casi igual de exitosas, a pesar de que los logros de Clemente al frente del equipo nacional hayan sido injustamente desdeñados.

Todo esto, claro está, viene a relacionarse con el trabajo en el banquillo culturalista del tío Milo, al que considero un técnico de características más similares a las del actual seleccionador de Serbia: también un “táctico”, un estudioso de la pizarra, respetuoso con los detalles, artesano del balón parado... Pero más allá de los métodos, los estilos y las “filosofías”, la clave del éxito sigue siendo sencilla y evidente: no es importante lo que se haga, sino hacer bien lo que sea que se haga. Sólo nos cabe, pues, esperar que la Cultural Leonesa defina su identidad sobre el césped y engrase su maquinaria para estar en la mejor posición posible cuando lleguen los momentos decisivos de la temporada.

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