lunes, 19 de octubre de 2009

La Cultural se da un respiro a costa del Compostela

Santiago de Compostela no necesita de grandes campañas de márketing cuando se trata de atraer visitantes. La ciudad gallega es un punto de peregrinación mundialmente conocido, lo cual contribuye a que sus calles estén en constante estado de ebullición, repletas de gente de muy diversas procedencias. El casco viejo reúne a virtuosos de la música, sacerdotes que hablan con acento de Oxford, francotiradores de la fotografía, colectivos políticamente inquietos y buscavidas varios. Por si fuera poco, la numerosa población estudiantil se hace notar en el ensanche y, muy especialmente, a altas horas de la noche. Santiago es una urbe diferente, universal y aldeana mismo tiempo, garantía de satisfacción para el viajero más exigente. Acompañar a la Cultural en su peregrinaje hacia la historia era una oportunidad demasiado tentadora para dejarla pasar.

Así fue como después de un fin de semana completo y una siesta al sol en O Monto do Gozo llegó el momento de acudir a San Lázaro, un campo que fue escenario de grandes batallas y testigo de uno de los mejores goles que se recuerdan en la liga española. Aquellos eran otros tiempos, claro está, pues hoy el Compos es un equipo recién ascendido a la división de bronce y con una escasa capacidad de convocatoria entre los aficionados, a juzgar por lo desolado del graderío en el día de ayer. No se dieron cita ni mil espectadores para presenciar el trascendente partido entre los dos últimos clasificados del campeonato, aunque su poca presencia se viera, en parte, compensada por la contundencia con la que animaron los presentes. Infiltrados leoneses no pude apreciar desde mi posición, aunque el de San Lázaro no era un ambiente propicio para dejarse ver en demasía.

Tenía curiosidad por comprobar de primera mano la actitud del equipo en los desplazamientos y más en un tan importante como el de ayer. Pues bien, hay que decir que la Cultu salió de los vestuarios con las ideas muy claras. Tanto es así que la primera ocasión llegó desde en mismo saque inicial, en una jugada posiblemente ensayada que Yavhé cabeceó dentro del área y que exigió una ágil estirada del guardamenta gallego. No fue un espejismo, porque los leoneses siguieron creando peligro con insistencia, hasta conseguir adelantarse pasado el cuarto de hora. Fue en una jugada bien ejecutada que partió de las botas de Cerveró, quien puso un preciso balón al espacio para la arrancada de Yavhé, que conectó por raso con Jito para que el ariete catalán resolviera con maestría a la media vuelta. El panorama del partido no cambió un ápice en los siguientes minutos. Chema, poco acertado en la tarde de ayer, envió un balón al larguero desde el borde del área cuando ya se cantaba el gol. La Sociedad Deportiva Compostela no perdió las ganas en ningún momento, pero careció de la precisión necesaria para encontrar posiciones de remate.

Al borde del descanso, la Cultural Leonesa ya dominaba el encuentro a su antojo y daba muestras de total seguridad. Para entonces, la palabra más repetida por el graderío era "burro", aplicada a sus propios jugadores y en especial al portero: Pablo, algunas de cuyas acciones podían haber agravado la situación de los suyos en el marcador.


Quedaba por resolver una incógnita: ¿serían los hombres de Yosu Uribe capaces de mantener la ventaja en el marcador? Está siendo una constante esta temporada que la Cultu tome la iniciativa en los partidos y que sus rivales acaben remontando. Sucedió en casa frente al Pontevedra y el Ferrol, también fuera en Tajonar. En San Lázaro, pronto se vio que la victoria iba a quedar encomendada a las intervenciones de Saizar.

Más fruto de las indecisiones defensivas que del buen juego, el Compostela comenzó a rematar a portería desde zonas peligrosas. Hasta tres intervenciones provindenciales de su guardameta fueron necesarias para que la Cultural lograra mantener el resultado. Durante media hora, el equipo leonés se dedicó en exclusiva al noble arte del despeje, aferrándose con uñas y dientes a su escasa ventaja. Ya en los últimos compases, el farolillo rojo perdió fuelle, presa del cansancio y el desánimo, circunstancia que aprovecharon los leoneses para contragolpear. Jito pudo haber sentenciado con un balón despejado sobre la misma raya por un defensor, pero el resultado permanecería imperturbable hasta el pitido final.

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