domingo, 27 de enero de 2008

El día "B"

Hay días en que el fútbol deja de ser importante. Con todo lo que eso conlleva. Nada más despertarme supe con claridad que hoy era uno de ellos y hubiera preferido quedarme en la cama de haber podido, pero pensé que quizás el tenis me aliviara. No fue así, pero ver a Djokovic decirle en la cara a 15000 tipos que le importaba un comino que hubieran estado animando a su rival tuvo su lado reconfortante. Incluso ahora puede que me caiga un poco mejor el muchacho.

La estruendosa claridad que entraba por la ventana hacía suponer un día azul, pero la perspectiva de acudir al estadio no me transmitía la ilusión del resto de domingos. Más bien podría decirse que me resultaba indiferente, a pesar de que la visita de un equipo mal clasificado, como es el caso del Osasuna B, aumentaba las probabilidades de victoria culturalista. Los leoneses se han mostrado totalmente incapaces ante los conjuntos situados en la parte alta de la clasificación, aunque han cumplido los pronósticos frente a los más débiles.

Camino del Amilivia, decidí probar suerte con el cd de Extremoduro, aunque, al contrario de lo que le sucedía al personaje de la mítica película, a mí esa música me remueve las vísceras y los pensamientos. Es duro comprobar que en la vida se cometen los mismos errores una y otra vez. Y más aún hacer las cosas mal a sabiendas de lo mal que se están haciendo sin poder evitarlo. Más que ver el fútbol, esta tarde hubiera preferido estar en el pellejo de Pablo Suárez y repartir patadas a diestro y siniestro. ¿Por qué los centrales de la Cultural han recibido tan pocas tarjetas a estas alturas de la competición?

Hay veces en que el fútbol deja de ser importante y, sin embargo, cuando suena el himno y saltan los jugadores, me embriaga la emoción, las nubes se alejan de mi cabeza, regresa la ilusión. El espejismo se diluye en unos minutos, desgraciadamente. Esta vez no tengo los ánimos preparados para una sesión de patadón y tentetieso. A mi espalda, un par de amigos charlan pacíficamente sobre el equipo e ironizan con las habilidades de alguno de nuestros jugadores. Seguirles el hilo resulta entretenido, pero el chiquillo de delante está dando la matraca con una de esas cornetas que no deberían estar en venta en ningún país civilizado, así que cuando llega el descanso me levanto y me voy a otra zona de la grada.

En realidad, no se puede estar del todo mal en un lugar en el que venden cerveza. Cuando consigo mi vaso ya ha comenzado la segunda mitad, pero el rumor uniforme de los espectadores me indica que no me he perdido nada. Es más, hubiera sido preferible abandonar el estadio, porque el juego de la Cultural es tan patético que me está haciendo un nudo en el estómago. En una ocasión Riera está a punto... pero nada. Podemos dar gracias que el Osasuna B no haya estado más atinado, porque fácilmente nos hubiéramos podido quedar sin el punto de la consolación.

Después de un desmoralizante empate a cero, lo más fácil sería maldecir o pitar o irse a casa con la cabeza gacha. Por el contrario, la tarde nos ha vuelto a brindar varias enseñanzas. En primer lugar, no des tu número si vas a lamentarte de que el teléfono no suene (lo más probable es que lo haga y te llame la persona más indeseable); en segundo lugar, no te hagas de la Cultural si te va a desesperar que no logren el ascenso (ni siquiera jugar la promoción). Yo soy socio, ustedes pueden hacer la cuenta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu blog, me gustan tus sabias reflexiones, no suele pasar a todos los que domingo tras domingo acudimos al Amilivia a sufrir con nuestra Cultu.

Te animo a continuar con el blog por mucho tiempo.

Un Abrazo y ánimo.
Un Culturalista.