La inquietud ha vuelto al seno de la Cultural Leonesa tras las dos últimas derrotas consecutivas, ambas lejos del Amilivia, que alejan al conjunto todavía dirigido por Milo Abelleira aún más de los puestos que permiten jugar la fase de ascenso. El equipo leonés se encuentra ahora a 7 puntos de la cuarta posición, ocupada por el Barakaldo, una distancia que, si bien no insalvable si hacemos caso a las matemáticas, parece definitiva a juzgar por el paupérrimo balance culturalista lejos de su feudo.
El partido frente a la Real Sociedad B ha abierto la caja de los truenos en el seno del club presidido por Domingo Cueto, que se despachaba a gusto a la conclusión del mismo con unas duras declaraciones, suavizadas posteriormente, en las que llegaba a pedir la dimisión del entrenador. Mientras tanto, el tío Milo, cuestionado desde hace muchos meses, defendía las opciones de su equipo para alcanzar el objetivo marcado a principio de temporada y que en ningún momento de la competición ha estado realmente al alcance de la mano.
A pesar de que aún restan enfrentamientos directos con los rivales de la parte alta de la clasificación en los que limar diferencias, la realidad es que la Cultural se ha mostrado demasiado irregular a lo largo de la temporada como para esperar a estas alturas una reacción tan espectacular como improbable. A pesar de las buenas sensaciones que han causado los fichajes de Olmo y Goicoetxea, la debilidad defensiva de los blancos está siendo un lastre demasiado pesado para que el equipo logre ascender más allá de la mitad de la tabla.
Teniendo en cuenta todos estos datos, sin embargo, habría que cuestionarse la conveniencia de mantener al actual entrenador, cosa que a buen seguro está sucediendo en estos momentos en el seno de la junta directiva. El club lleva varios años viviendo en tierra de nadie y, desgraciadamente, los constantes cambios en el banquillo no han servido para cambiar esta dinámica de mediocridad. Milo Abelleira llegó a mitad de la campaña pasada y consiguió salvar al equipo de males mayores. Con un contrato de 3 años firmado el pasado verano, ¿no sería el momento adecuado de darle una oportunidad a la continuidad? A fin de cuentas, la otra fórmula ya ha sido explorada reiteradamente y de manera infructuosa.
Este club ha caído ya demasiadas veces en el vicio de derrumbar edificios a medio construir para iniciar un nuevo proyecto al que tampoco se le da tiempo de tomar forma. Es casi un hecho que el tío Milo no habrá podido superar el listón, pero, al menos desde mi punto de vista, ha hecho lo suficiente para ganarse un poco más de tiempo y trabajar con tranquilidad. Tenemos la oportunidad, si no la obligación, de apostar por la continuidad, aunque sólo sea por ver qué pasa.
lunes, 25 de febrero de 2008
Una apuesta por la continuidad
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