La visita del colista al Reino de León convertía la jornada en una lucha por la superviviencia entre dos equipos necesitados de un héroe al que aferrarse en su delicada situación clasificatoria. La Cultural sigue echando de menos a ese jugador especial que, como hiciera Jito la temporada pasada, infunda ilusión a la hinchada y temor a los rivales. Con las bajas de Mena y Yagüe, Monteagudo encomendó su futuro en dos hombres poco habituales: Rivera y Pardo, que se entregaron a la causa con suerte desigual, aunque el gran protagonista de la jornada iba a comenzar el partido desde el banquillo.
Desde la grada, soportando el mal juego colectivo y los virulentos comentarios de los parroquianos, las tácticas de superviviencia estaban bien planificadas y se ejecutaban con mayor precisión que la mostrada por Cultural y Peña Sport. Los termos, cargados de té y café, templaban los ánimos, mientras que las galletas endulzaban la inquietante impresión de ver trabajar más al guardameta leonés que al navarrico. Fue tal el desacierto durante la primera parte, que el derroche físico de los protagonistas parecía más encaminado a combatir el frío que a la consecución de los tres puntos.
Afortunadamente, el panorama cambió tras el descanso. Mientras nosotros nos afanábamos con la rosca de la botella de vodka polaco, Monteagudo hacía lo propio con sus pupilos, de tal manera que, tras unos buenos lingotazos y unas cuantas consignas, la pasión del fútbol llegó al césped y la Cultural al área contraria. Con un Rivera inspirado en banda derecha, el juego de los leoneses dio síntomas de mejoría y llegaron las primeras oportunidades, aunque los minutos seguían pasando con el marcador congelado equitativamente.
En el minuto setenta saltó al campo Viola en sustitución de Rubén Pardo, que abandonó el campo sufriendo el enfado, algo injusto, de la grada. Pero como el fútbol escribe leyendas allá donde rueda una pelota, diez minutos después, el ariete leonés encontraría su lugar en la historia con un soberbio cabezazo al fondo de las mallas; un gol que vale tres puntos y que aúpa a su equipo a una zona menos comprometida de la clasificación. Por fin llegaba el primer gol del canterano con el primer equipo, más de dos años después de debutar en Liga de la mano de Álvaro Cervera y tras haber sufrido el descenso de categoría del filial la temporada pasada. Ese filial del que pocos se acordaron mientras existía y que, precisamente hoy, sea más importante que nunca recordar si todavía deseamos mantener viva la llama del culturalismo.
lunes, 29 de noviembre de 2010
Viola asoma la cabeza
domingo, 21 de noviembre de 2010
Real Oviedo-Cultural: crónica desde el salón de casa
Con Curro entonado en la que fue su casa, la Cultural recuperó el buen toque de balón, aunque durante muchos minutos pareció que iba a volver a la senda de la frustración. No fue así. Aunque la pierda en ocasiones, Santi Santos usó la cabeza en el tiempo de descuento para conseguir el segundo gol de su equipo y rescatar un punto del Carlos Tartiere. Como dijo aquel genio, "con diez se juega mejor que con once", sobre todo cuando el rival tiene nueve.
Pues sí, a pesar de dar una impresión de equipo acomodado y falto de carácter, el Real Oviedo acabó con dos jugadores expulsados, más por las ganas de tarjetear del joven colegiado gallego que por la dureza empleada por los asturianos. Antes de eso, Marín también había tomado el atajo a los vestuarios, "por dos p**** faltas", como se leía en sus labios mientras abandonaba el campo, tras ver la segunda amarilla, quizás pensando que estaba jugando al baloncesto y que tenía autorización para hacer dos faltas más antes de ser descalificado.
Marín y Vergara son un rara especie en ese fútbol tosco que predomina en la 2ªB. Como tantos craks de patio de colegio, donde la portería es algo secundario, su gran pasión es regatear rivales, cuantos más mejor. Si los muy cobardes vienen de tres en tres, no hay miedo, ni tentación de pasar la pelota, a por ellos; si hay espacio por el que avanzar, demos la vuelta en busca de piernas enemigas a las que enfrentarnos. Así son ellos: hábiles, geniales, incorregibles y uno tiene la tentación de mandarlos a esparragar, pero no se atreve, porque de entre tanta anarquía puede acabar surgiendo la jugada de gol.
Es evidente que Cedric estudió en otra escuela y no se acaba de entender la poca paciencia que Monteagudo tuvo con él. Desaparecido muchas jornadas, ha vuelto, reconvertido en lateral, y merece quedarse. Quizás se le pueda achacar parte de culpa en el primer gol ovetense, pero, en líneas generales, su flanco estuvo bien cubierto y hay que destacar lo poco que se equivoca con el balón en los pies. Suele buscar el pase más sencillo, eso es verdad, aunque teniendo en cuenta las aficiones de los que tiene por delante, no sería justo culparle por ello.
Y, finalmente, llegamos a Mena, el más completo de los atacantes culturalistas, posiblemente el único de ellos que tiene esa calidad propia de categorías superiores. Supo encontrar las zonas vulnerables de la defensa local y estuvo a punto de lograr el gol ya en la primera parte, con dos buenos disparos desde el borde del área. Al poco de iniciado el segundo tiempo, conseguiría la primera igualada para la Cultural, tras recoger el rechace de Aulestia en el penati que él mismo había ejecutado. El ex-jugador culturalista fue un seguro de vida para el Oviedo, que mostró una falta de ambición impropia en un equipo pensado para mayores cotas. A pesar de su apatía, hay que reconocerlo, tuvieron la victoria al alcance de la mano. El conjunto leonés, por su parte, consiguió el empate final gracias a un arranque de orgullo, lo que son las cosas, precisamente cuando ya su dosis de buen fútbol se había agotado por completo.
lunes, 15 de noviembre de 2010
La Cultural saca partido de las expulsiones
De inicio, Monteagudo confió las riendas del equipo a Curro y Quique, una dupla de calidad con la que controlar la pelota y dominar al equipo rojiblanco, destacando también el regreso al once de Cedric Kissamba, defenestrado durante semanas, para ocupar el lateral derecho del temerario Marín. Aunque el planteamiento de la Cultural persiguiera otros objetivos, lo cierto es que el partido discurrió en tierra de nadie hasta la media hora, cuando una cabalgada de Mena se saldó con la expulsión de Alain. Al contrario de lo sucedido en las últimas jornadas, era el conjunto leonés el que se veía con ventaja numérica y muchos minutos por disputar. Curro envió el tiro libre al larguero y cuando todavía la grada hacía balance de la situación, Guillermo se internó por el carril de Tomillo, culminando su jugada con un disparo inapelable ante el que Diego Calzado nada pudo hacer.
La angustia de la afición dejó la temperatura de la grada en cifras negativas. Los jugadores locales, eso sí, afrontaron la segunda parte como si la vida les fuera en ello. Con la Cultural al borde del abismo, las imprecisiones fueron una constante y el poco orden táctico que se había visto hasta entonces desapareció por completo. Eso sí, fruto del acoso llegó un penalti primero, convertido por Quique, y la segunda expulsión en contra de los gijoneses después, dejando el camino allanado para una remontada inevitable. El cabezazo certero con el que Santi Santos ponía en ventaja a su equipo fue celebrado con la euforia de quien ha salvado la vida, en comunión con un Fondo Sur volcado con uno de sus jugadores insignia. Los minutos finales fueron un castigo desmedido para el filial rojiblanco, que, ya con el partido cuesta arriba, encajó dos goles más y sufrió la tercera expulsión de la tarde.