El rectángulo de juego del Nuevo Antonio Amilivia presentaba un semblante inusual. El verde natural del césped se había convertido en blanco escarcha, como si de una pista de patinaje se tratara, desde la línea de fondo hasta la altura del área en la zona de fondo sur. Esta estampa navideña estaba condenada a convertirse en un mal presagio para alguno de los dos equipos. El Sestao River, acomodado en las posiciones de promoción, acudía a la cita con menos necesidad de puntos; sería la Cultural Leonesa la que acabaría patinando en su propio estadio, librándose por poco del coscorrón.
El partido se presumía interesante y disputado. El Sestao no tardó en hacer valer su posición liguera con peligrosas internadas por banda derecha. Por una vez, la Cultural se enfrentaba a un conjunto dispuesto a hacerse con el control del balón en feudo leonés, un desafío ante el que los discípulos del tío Milo no se arrugaron. A un tiro peligroso dentro del área de los visitantes respondieron los locales con un cabezazo al larguero. El Sestao llegaba a León con un registro de goles en contra portentoso: sólo 6 encajados tras 16 partidos, aunque daba la impresión de que encontraba dificultades para defender el área resbaladiza.
Sin embargo, las buenas intenciones de la cultu fueron desapareciendo con el paso de los minutos. Nasser y Mateo se dedicaron a ver la pelota pasar de un lado a otro, ya que los envíos en largo de los centrales pasaron a ser el único recurso ofensivo de los leoneses. En medio de esta fase sin rumbo del partido, el equipo vizcaíno encontró el premio a su esfuerzo en el remate de una falta lateral. Bermúdez salió en busca del balón colgado y acabó encontrándoselo en el fondo de su portería. Para desesperación de la grada, que tuvo un buen comportamiento con su equipo, se llegó al descanso con victoria momentánea de los vascos.
A la salida de los vestuarios, el Sestao abandonó la zona ancha para introducir un central. Curiosamente, los jugadores culturalistas encontraron mejores vías de penetración ante una defensa más poblada y fue precisamente la sorpresa del once inicial, Oriol Riera, la pieza decisiva para la reacción. El jugador catalán, gracias a la sanción de Addison, tuvo la oportunidad de regresar a su puesto natural y cuajó unos segundos 45 minutos sensacionales.
En un comienzo esperanzador, Asier colocó un pase medido a través de la zaga vizcaína que recogió Oriol y acabó enviando al poste cuando ya se cantaba el gol en el estadio. En el segundo mano a mano con Pampín, el cancerbero visitante se vio obligado a derribar al exbarcelonista cuando éste sólo tenía que empujar el esférico. El árbitro no dudó en señalar el punto de penalti y expulsar al jugador del sestao. Desgraciadamente, Iván Mateo no estuvo a la altura desde los once metros y el recién salido Sergio Vera se lanzó bien a su derecha para rechazar el chut del madrileño y trasladar la desesperación al graderío, que veía esfumarse la posibilidad de la remontada. No contaban con la genialidad de Riera, que destapó el tarro de las esencias con un derechazo desde fuera del área ante el que, estaba vez, nada pudo hacer la estirada del recién salido portero.
Con 10 minutos por delante y un rival en inferioridad numérica, la Cultural Leonesa se volcó en busca del segundo tanto sin caer en la precipitación, raseando la pelota con sentido. De todas maneras, los últimos minutos instantes fueron una ruleta rusa. La Cultural rozó el gol y el Sestao disfrutó de dos clarísimas ocasiones, salvada una por el poste y otra por Bermúdez, pero el marcador marcaría tablas hasta el pitido final. Si bien la imagen del equipo leonés, en esta ocasión ante un rival de entidad, fue buena en muchas fases del partido, es innegable que el empate supone un grave desliz para los muchachos dirigidos por Milo Abelleira, que ahora tendrán la obligación de ganar a domicilio el terreno perdido en casa. De lo contrario, las posiciones de promoción pronto pasarán de ser una posibilidad real a una remota esperanza.
lunes, 17 de diciembre de 2007
Patinazo de la Cultural frente al Sestao
lunes, 10 de diciembre de 2007
Ponferrada capital, León sucursal
La temporada posterior a un descenso puede resultar dramática para muchos equipos. Algunos tienen dificultades para superar la depresión que supone haber perdido una categoría, otros no consiguen adaptarse a las características de la nueva división. La realidad, si no queremos complicarnos demasiado, es que cuando las cosas van mal, lo más fácil es que continúen por el mismo camino y cambiar una dinámica perdedora siempre es complicado, incluso cuando los rivales tienen menos entidad.
La Deportiva Ponferradina sufrió hace pocos meses el drama del descenso. Sin embargo, en el caso del club berciano, el regreso a la 2ª B no vino acompañado del desánimo. Más bien al contrario, su temporada en la división de plata de nuestro fútbol dejó un buen sabor de boca en los aficionados, que vieron como su equipo, a pesar de ser un modesto debutante, dio la cara hasta el final, tuteando a clubes más curtidos en lo deportivo y poderosos en lo económico.
Es por eso que a pocos puede sorprender su marcha actual en el grupo II. A falta de 3 partidos para terminar la primera vuelta, sólo han caído derrotados en una ocasión y son, de largo, el conjunto con más olfato goleador. Si a todo esto añadimos el paupérrimo bagaje de la Cultural Leonesa a domicilio, era de esperar que los 3 puntos se quedaran en Ponferrada, como así fue, aunque lo contundente del resultado ha de ser motivo de reflexión para los leoneses, que tampoco pudieron salvar el honor en el esperado derbi.
Tras una derrota tan dolorosa, el cabreo o la pataleta son las reacciones naturales. Los titulares llamativos y los comentarios altisonantes eran inevitables en los medios de comunicación. Sin embargo, es obligación de los profesionales mantener la cabeza fría. Los culturalistas tampoco deberían rasgarse las vestiduras: se han perdido 3 puntos contra el rival más competente, en el estadio más complicado, pero no es en El Toralín donde la Cultural ha de escalar hacia cotas mayores. Como se suele decir, las ligas se ganan en los campos de los modestos, frente a equipos como el Osasuna B, donde también se perdió, con menos ruido, pero mayor mediocridad.
El próximo fin de semana, frente al Sestao, sí debemos esperar y exigir un mejor resultado. A día de hoy, en materia futbolística, la Ponferradina es, sin duda, capital de provincia.
martes, 4 de diciembre de 2007
El aliento de un dios
Sábado tarde. Bullicio nocturno de motores entre estrellas caídas. La niebla se aproxima lenta, desciende lánguida desde su refugio secreto, envolviendo las formas y los colores, sin tocar el suelo apenas, como si de una pompa de jabón se tratara, retrasando en lo posible su trágico final.
Yo también camino despacio, ahorrando pasos casi. Fingiendo un vagar sin destino al cual no hago sino aproximarme más y más, hipnotizado por el misterio del resplandor de mi particular teatro de los sueños, en esta tarde de aliento espectral más propicia para las pesadillas o una representación de muertos vivientes.
Silencio en los aledaños. El ritual habitual en el templo de pasión y emociones. Una vez dentro, más silencio. Casi soledad allí donde debería haber bullicio. Los actores se preparan a la manera acostumbrada, miran de reojo, bajo la poderosa intensidad de unos focos que esta vez se encuentran con un incómodo enemigo. Escenografía espectral, la niebla sigue cayendo, el aliento de un dios.
Cuando comienza el espectáculo, los fieles se esfuerzan más que de costumbre. Más brío en la percusión, más chispa en las palmas, más desgarro en las voces. El guión les premia con un primer momento de éxtasis, las cuentas cuadran, pero la incertidumbre continúa. En este arte inexplicable uno nunca puede estar seguro, lo imprevisto es ley natural, como esa niebla que aún amenaza con trastocar el orden de las cosas durante el entreacto, cuando un puñado de niños nos recuerdan que el hombre creó su obra más pura en la Cueva de Altamira.
Y a la hora de la verdad, cuando los adultos regresan con su vil desempeño de artesanos calculadores, el enemigo hace suyo el papel que le corresponde en esta tragedia y se levanta enfurecido, dispuesto a devolver la herida sufrida. Apunta golpes amenazadores, pero renquean y carecen del poder necesario. Sólo mueren los valientes, es verdad, y esta vez lo hicieron a hierro, desangrados por el estilete afilado fundido para esta suerte sublime: segundo momento de éxtasis.
La función ha quedado vista para sentencia. Ahora los parroquianos regresan a ese otro mundo de sombras, ese que permanecerá imperturbable cuando la niebla se disipe y las luces del alba den paso a un nuevo día.