Nos encontramos ya inmersos en una nueva temporada futbolística y, contra todo pronóstico, la Cultural y Deportiva Leonesa sigue con nosotros, representando a la ciudad de León. Dejábamos al equipo de la camiseta blanca, en nuestro último artículo, felizmente salvado, asegurada su plaza, un año más, en la 2ª División B. Sin embargo, lo que los jugadores consiguieron sobre el verde, no pudieron conservarlo los dirigentes en los despachos, al ser incapaces de reunir el dinero necesario para saldar las deudas con sus futbolistas. No fue algo inesperado, más bien la crónica de una muerte anunciada, pues, tratándose de la Cultural, si se tira una moneda al aire, es fácil que acabe cayendo de canto. Así las cosas, tras los estrambóticos acontecimientos del pasado mes de Junio, el equipo de los leoneses fue relegado finalmente al destierro de la 3ª División.
Igual que viene ocurriendo en otros ámbitos, la burbuja de la Cultural tenía que acabar estallando. Muchas veces escuchamos, no sin su dosis de razón, que era el nuestro un club de categoría superior a la que ocupada. De igual manera, debemos asumir ahora que el descenso administrativo, dramático y cruel, no deja de hacer justicia con la situación real por la que atraviesa la institución. La enormidad de la deuda, el desprestigio derivado de años de desgobierno y la paulatina reducción de la masa social impiden mirar al futuro con optimismo. Por todo ello, que la Cultu siga compitiendo y nosotros acudiendo al estadio a celebrar los goles, no deja de ser casi milagroso y, ya de por sí, motivo de satisfacción.
Con este panorama, no sorprende que sea precisamente Jesús Calleja, el montañero, uno de los leoneses más reconocidos a nivel nacional, el escogido como imagen para los carteles que animan la campaña de socios. A día de hoy, la Cultural se ha convertido en una aventura para románticos emprendedores y corazones temerarios. Uno de ellos es, sin duda, Javier Baena, el presidente, la persona que, por muchas sombras con que le perfilen los medios de comunicación locales, ha logrado mantener con vida al club tras el apocalipsis que se anunciaba tras la pérdida de la categoría. Algunas de sus iniciativas tienen el difícil mérito de ser imaginativas, aunque está por ver si resultan efectivas a la hora de generar ingresos. Lo mismo se puede decir de la renovada plantilla, un puñado de futbolistas modestos, leoneses en su mayoría, que, si bien no andan sobrados de cualidades técnicas, han abrazado la causa con una entrega y pundonor merecedores de elogio. Y, faltaría más, tampoco podemos olvidarnos de los aficionados, cuya presencia en el graderío, por increíble que parezca, apenas ha sufrido variación con respecto a los números de la temporada pasada. Sin este último reducto de incondicionales, qué duda cabe, la utopía culturalista ya habría llegado a su fin.
Tordesillas, Béjar y Lerma son los próximos puntos en el incierto itinerario de los leoneses, lugares de escaso lustre en el terreno deportivo, convertidos ahora en hitos de un desafío extremo en el que la Cultural se juega, más allá de unos puntos o un puesto en la clasificación, nada menos que su supervivencia. Es verdad, todos lo sabemos, que el futuro de nuestro club se decidirá en lugares menos dados a la épica, pero es que ¿acaso podría equipo de fútbol competir por un objetivo más noble y estimulante?
Foto: www.rmdsa.com
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