Ayer me senté en primera fila, justo detrás del banquillo culturalista, interesado en observar las evoluciones de Luis Cembranos, el míster leonés, y, debo reconocerlo, tras 45 minutos febriles, no me quedaron muchas ganas de repetir la experiencia. En la segunda parte opté por una ubicación más próxima al área burgalesa, donde acabarían por desarrollarse los sucesos memorables del partido.
El caso es que Cembranos me recordó a mi padre viendo el fútbol por televisión: hiperactivo, mal hablado, inmisericorde con las decisiones erróneas de los jugadores. Poco después del pitido inicial, nuestro entrenador hizo ademán de subirse la cremallera de la chaqueta, pero no, la sangre hervía en sus venas mientras daba órdenes furiosamente, ajustaba las posiciones en la presión, me cagüen tal, o recriminaba a alguno de los muchachos un balón perdido, cincuenta veces se lo he dicho jolines... A pesar de algunas palmadas de ánimo aquí y allá, la brutal severidad de Cembranos me hizo sentir compasión por sus esforzados pupilos. Como le ocurre a mi padre cuando se sienta a ver al equipo de sus amores, es posible que para el técnico culturalista la perfección no sea una meta inalcanzable y se parezca más a un aprobado por los pelos.
Por otra parte, esa actitud de máxima exigencia está teniendo su reflejo en el rectángulo de juego, donde la Cultural se muestra como un equipo indómito e inquebrantable en su ansia de victoria. Y cuando la habilidad técnica no alcanza para lograr el objetivo, se recurre al empuje y al arrebato. Dos jugadores burgaleses abandonaron el encuentro antes del descanso, incapaces de recuperarse de sendos encontronazos con los legionarios leoneses. El propio Diego Calzado lo revelaba sobre el césped, recién terminado el partido, en declaraciones a un medio radiofónico: la clave había estado en las ganas enormes que él y sus compañeros había mostrado de conseguir la victoria. En eso fueron superiores a su rival, el Club Deportivo Burgos, también conocido como Caja Círculo Bulposa, un hueso duro de roer en cualquiera de las denominaciones.
El partido no fue vistoso. La Cultu monopolizó la posesión de balón, como viene siendo habitual esta temporada en el Reino de León, aunque careció de la claridad necesaria para conectar con Murci y generar ocasiones de auténtico peligro. Solo las internadas de Jony por el costado derecho llevaron inquietud al marco visitante. Necesitado de un revulsivo, el entrenador leonés dio entrada a Josuha y éste cumplió su cometido desde la media punta a la perfección. Suyo fue el primer gol de la tarde, tras cabecear un centro preciso de Stallone a pierna cambiada, directo al punto de penalti y al fondo de las mallas. Y cómo no, sería Murci, lesionado, el encargado de poner la puntilla en los instantes finales, cabeceando también un centro procedente del flanco izquierdo, servido por Vázquez en esta ocasión.
Ese espíritu testarudo en pos de la victoria, por encima de otras consideraciones, es el que está aupando a la Cultural a la zona noble de la clasificación. En este arranque de la competición, los hombres de Luis Cembranos se han hecho con una buena suma de puntos, la mayoría ante rivales de la mitad baja de la tabla. Ahora está por ver si idéntica metodología va a resultar igualmente efectiva en fechas venideras y frente a conjuntos algo más competentes. Por falta de ganas no va a ser, eso desde luego.
lunes, 17 de octubre de 2011
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