lunes, 10 de enero de 2011

Salvemos el culturalismo


En el contexto de las guerras civiles romanas, sobre la Bética hispana, se libró la terrible batalla de Munda, ciudad incógnita, en la que Julio César salió victorioso frente a los hijos de Pompeyo, logrando así, a su regreso a Roma, el nombramiento de dictador perpetuo. Remomorando el lance, diría César que, si en otros campos había luchado por la gloria, en Munda lo había hecho por la vida. En relación a la Cultural Leonesa, el comentario es hoy apropiado, puesto que lejos del césped, donde se persiguen los laureles, el histórico club leonés vive estos días sus lances más dramáticos en los despachos, donde su supervivencia pende de un hilo.

Aunque a nadie se le escapa que la situación límite que afronta La Cultu en estas primeras fechas de 2011 viene de lejos, los acontecimientos se han ido precipitando en las semanas previas con la fatalidad con que caen las fichas de dominó convenientemente alineadas. Hagamos un repaso rápido: inhabilitación de los consejeros como consecuencia de su culpabilidad en el proceso concursal, protesta de la plantilla por la deuda de varias mensualidades, aguinaldo miserable para los jugadores tras el partido ante el Lemona, petición de disolución de la entidad por parte de los dueños de Profutle, convocatoria de huelga, manifestación de los aficionados por la salvación del club...

Los actuales gestores, ya no sólo inhabilitados, sino también dimitidos, a pesar de ser los responsables directos de la dramática tesitura en la que se encuentra sumida la Cultural, no dudan en ponerse una buena nota en su labor al frente del club. Se sienten incapacitados para seguir adelante, pero tampoco dan la sensación de estar interesados en la llegada de un comprador. ¿Estrategia de venta? El caso es que, al menos de cara a la opinión pública, el clamor de la masa social solo parece haber sido secundado por el alcalde de la ciudad, Francisco Fernández, quien reconoce estar trabajando en busca de una solución en forma de inversores, mientras el tiempo se va echando encima.

Con este difícil panorama, el culturalismo y la afición al fútbol en León tenían una cita ineludible este pasado domingo: una manifestación de apoyo y por la salvación de la Cultural Leonesa, promovida por las peñas y secundada por la asociación de veteranos. Poco puede hacer el socio ante una situación de bancarrota de su club, es cierto, pero cualquier cosa menos quedarse callado. En esa manifestación, para exigir el esfuerzo de las altas esferas, era necesario contar con la asistencia masiva del aficionado de a pie, cuya presencia mostrara el arraigo del club y su repercusión social. La movilización fue un éxito en muchos aspectos: fue pacífica, emotiva y siempre se caminó bajo la sensación de que lo que allí se pedía no perjudicaba a nadie y era bueno para todos. Sin embargo, ese número, 400 ó 500, de asistentes se nos antoja demasiado escaso para lo que está en juego en estos instantes.

Aunque este dato, bien mirado, no deja de ser un síntoma más de la enfermedad. La situación institucional de nuestra Cultural, el desgobierno al que ha sido sometida durante tantos años, no sólo ha conseguido ir minando el prestigio de un equipo que siempre luchaba por estar arriba y últimamente se acerca temerariamente a los puestos de descenso, sino que ha enterrado con crueldad el sentimiento culturalista en la ciudad. Esperemos que ese reducto que aún resiste y que alzó la voz desde la Catedral hasta Sáenz de Miera, incluso aquellos que un día abandonaron y les gustaría volver, sea suficiente para convencer a alguien de que merece la pena mantener con vida el club deportivo con más solera e historia de León.