lunes, 7 de diciembre de 2009

Jugamos como nunca y perdimos como siempre

La actuación de la Cultural Leonesa frente al Palencia podría ser resumida con la frase que da título al artículo de hoy, una de esas sentencias tajantes e inclementes de las que la jerga futbolística posee un amplio repertorio. A tenor de lo visto en el Reino de León, puede ser que la apreciación resulte exagerada y hasta inexacta, puesto que ni los leoneses hicieron un fútbol de alta escuela, ni se retiraron a los vestuarios de vacío. Sin embargo, poniendo en una balanza los méritos de unos y otros, no cabe duda que el empate cosechado por los locales tienen un inequívoco sabor a derrota.

Hace quince días ironizábamos con el optimismo que mostraba Yosu Uribe en sala de prensa y que contradecía lo preocupante de la situación clasificatoria del equipo. La realidad le ha dado parte de la razón, al menos en la tarde de ayer, puesto que sus muchachos han cuajado, línea por línea, un partido realmente completo y bastante aproximado a su verdadero potencial. La cultu aprobó con nota el examen con la pelota en los pies y Segovia se pareció, por fin, a lo que debe ser un organizador de juego, distribuyendo la posesión al compañero mejor situado. Los defensas, tan propensos al error garrafal, cumplieron a la perfección con sus tareas, con mención especial para Pereira, encargado de marcar a un perro viejo como Paulino, ya algo escaso de físico, pero inagotable de recursos dentro del área.

Llegaban en puestos de playoff y seguramente pletóricos de moral, aunque los ruidosos hinchas palentinos tuvieron que contener la respiración en varias ocasiones. El punto con el que celebraron el pitido final se lo deben agradecer a su portero, Rebollo, que evitó la victoria culturalista con varias intervenciones de mérito. La primera de ellas nada más comenzar el partido, cuando Ferrán recibió un pase filtrado entre los defensores y su tiro raso tropezó con la pierna del cancerbero. Ya en la segunda mitad, Jito pudo haber agrandado su leyenda con un remate desde el punto de penalti, aunque la estirada fenomenal de Rebollo se lo impidió. Chema, condenado a salir desde el banquillo, creó varias situaciones de remate para sus compañeros que los defensores morados desbarataron imitando los lanzamientos en plancha de Carles Puyol en el que ahora llaman clásico.

Mientras rodeábamos el estadio en dirección a casa, aprovechando una tregua de la lluvia, el tío Lin y yo seguíamos masticando lo visto instantes antes sobre el terreno de juego. La Cultural sigue sin salir de la poza, eso es innegable, aunque ha superado claramente al tercer clasificado de la competición. Ya se sabe, el fútbol es así y el que perdona lo paga. En las gradas, el partido parecía que aún no había terminado para algunos y se oían improperios y lindezas varias entre los miembros más revolucionados de ambas aficiones, presumiblemente a modo de despedida.